La iglesia de San José rrumpe con fuerza en ese perfil de tejas y fachadas blancas que conforman el casco histórico. Su imponente espadaña de tres arcos de medio punto y juego de campanas anuncia la profunda religiosidad histórica de los grazalemeños y nos recuerda la expansión y brillantez del siglo XVIII, cuando Grazalema vivió un floreciente periodo de desarrollo de la mano del entonces pujante sector textil.
Promovido por los frailes Carmelitas Descalzos en las, entonces, afueras del pueblo (a modo de Carmelo o monte), se construyó de forma contigua al convento de El Carmen, utilizando para ello materiales del entorno y respondiendo a principios de sencillez y sobriedad.
La Virgen de El Carmen, representante de la estética de la mujer grazalemeña y de gran fervor popular, el Cristo Crucificado del siglo XVII y los restos de un San Antonio son las imágenes que presiden un templo de gran belleza, en el que destacan su ábside y coro.
Fuente: Turismo Grazalema