El Dolmen de Alberite (4.000 a.C.) está situado en los Llanos de Villamartín, junto a cuatro sepulturas más. Es una gran galería de impresionantes dimensiones en la que se han realizado excavaciones desde 1993, año en que fue descubierto.
Incluido en la ruta Arqueológica de los Pueblos Blancos, ocupa el punto central de la misma. El material hallado hasta entonces, se componía de los siguientes elementos:
- Una gubia de piedra metamórfica pulimentada de 25.3 cm. de longitud, del comienzo de la Edad de Cobre.
- Una azuela de anfibolita de 36 cm de largo
- 523 cuentas de collar de diversos materiales.
- Fragmentos óseos humanos, algunos pintados de rojo.
- Un fragmento de hebilla de cinturón de bronce, con inscripción de época visigótica.
- Fragmentos de cerámica ibérico-turdetana, romana y andalusí.
El Dolmen excavado “Alberite I” es un sepulcro de galería cubierta. Tiene una longitud de 20 metros. Es de forma trapezoidal, empezando con 2.30 metros de anchura en la entrada y terminando con 3.50 metros en la cámara. La cámara mortuoria se encuentra al final de la galería. Orientado al Este, los primeros rayos solares del amanecer llegaban hasta el fondo de la cámara.
Se utilizaron 65 enormes bloques de piedra, llamados ortostatos, traídos desde las canteras situadas al norte de Prado del Rey, El Bosque o Benamahoma. Cinco de estas enormes piedras (de hasta 8 toneladas) formaban la cubierta del Dolmen.
Están grabadas con figuras humanas, animales, armas... de carácter esquemático. Todo el interior estuvo pintado en rojo, aumentando así su carácter sagrado.
La localización de tres fuegos, ha permitido realizar una datación bastante fiable, en el tránsito del V al IV milenio antes de Cristo, por lo que es considerado uno de los más antiguos de la Península Ibérica y del NW de Europa.
En la cámara se encontraron los restos de 2 personas de unos 35 años de edad, hombre y mujer, cuyos cuerpos habían sido previamente descarnados, siguiendo una costumbre ritual. Sus huesos habían sido pintados de ocre, en dos tonos, uno de ellos con restos de cinabrio, mineral inexistente en la provincia de Cádiz.
Presenta muchas similitudes con otros dólmenes localizados en el centro y el Oeste de Andalucía (Antequera, Ronda, Sevilla, Huelva).
El ajuar funerario encontrado en su interior, durante la excavación, nos muestra la importancia social de los allí enterrados.
Resultado de estos restos podemos suponer que la civilización que construyó la necrópolis era de economía agropecuaria y que se relacionaba con otros núcleos cercanos, dependientes a su vez de un nivel superior.
En este periodo, se empiezan a formar élites dominantes, que emergen del igualitarismo del periodo neolítico, que utilizan estos enterramientos como uno de los signos distintivos de poder y dominación.
El traslado de estas enormes moles pétreas desde 6 km aproximadamente (Puerto de las Ánimas o de Sierra Margarita) conlleva un gran esfuerzo colectivo, lo que nos sugiere estructuras tribales de grupos familiares.
Este Campo Dolménico tenía una vinculación directa con aldeas y poblados Neolíticos alineados en las actuales campiñas de Arcos y Llanos de Villamartín.