El maestro Eastwood nos vuelve a regalar una obra sabia y madura donde se retrata a la perfección al héroe cotidiano que lucha contra el injusto sistema y los poderes establecidos. Al igual que en la magistral "Sully", el cineasta nos acerca a la valentía y coraje de un ciudadano que obra correctamente, tal y como le dicta su conciencia.
Eastwood necesita bien poco para impactar y enamorar al espectador. Aquí se aleja del "star system" para contar, con su acostumbrada sobriedad, una historia impecable desde el punto de vista narrativo, aderezada con una puesta en escena que destila clasicismo por los cuatro costados.
"Richard Jewell" actúa como perfecto catalizador de emociones y afilado retrato de nuestra sociedad. Desde su palpable honestidad, con la ética por bandera, logra que el espectador empatice con un ser corriente, fantásticamente encarnado por este gran descubrimiento llamado Paul Walter Hauser.
Puede que no nos encontremos ante una de las obras más monumentales de Clint Eastwood tras la cámara, algo que a estas alturas se me antoja imposible por simple comparación, pero el maestro demuestra una sapiencia asombrosa a la hora de rodar cine desnudo, desprovisto de artificios.
En esta época, donde las dañinas "fake news" están a la orden del día, Eastwood pone el dedo en la llaga sin estridencias, pero de manera implacable. A punto de cumplir los noventa, Clint sigue haciendo cine de enorme calidad. Por muchos años más, maestro.
Andrés Martín
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