ALBA MOLINA PRESENTA EN JEREZ SU ACÚSTICO DEDICADO A LOLE Y MANUEL
“Yo no quería ser cantante de pequeña, pero puedes imaginar lo difícil que era intentar no serlo. Las canciones de Lole y Manuel son clavos imposibles de arrancar, y cuando empecé a jugar con la música se prendió una mecha que ya no hay quien la apague”, rememora Alba. Su debut Despasito (1997), producido por su padre con la ayuda de Alejandro Sanz, rondó las 50.000 copias vendidas y el segundo, Alba Molina (2003), dio paso a una fama que se catapultó con su inclusión en el trío Las Niñas, junto a Vicky Luna y Aurora Power. Su primer sencillo, Ojú, se coló en todas las emisoras del país a principios de milenio.
Con la sinceridad sin tapujos que advertía entre la discordia y la sincronía con excitación al escuchar los motivos que llevaron a Alba a rendir tributo a sus padres con el disco “Alba Molina canta a Lole y Manuel”, en 2016, el posterior “Caminando con Manuel”, en 2017, y el acústico “Para Lole y Manuel” publicado el pasado año. “Yo no soy cantaora y nunca lo he sido, soy músico. Y soy gitana y se me nota a la hora de cantar, cante lo que cante, pero no canto flamenco. Nunca me había atrevido a cantar las canciones de mis padres porque aquellas melodías y aquellas letras, del poeta Juan Manuel Flores, estaban hechas a su medida y me provocaba un respeto enorme meterme en ellas. Si hubo algo que me provocó aquella valentía, sin duda alguna fue la marcha de mi padre, y eso refleja inevitablemente en la música”, replica Alba, que ultimó su nuevo álbum con la ayuda de Lin Cortés, Joselito Acedo o su pareja, Andreas Lutz, líder de O’Funk’Illo. “Un arte que solo existe conectado a nuestra raíz pierde su sentido cuando solo queremos huir hacia adelante y olvidar esa raíz”. Pero de nuevo, coinciden en nombres como José Valencia o María Terremoto como rayos de esperanza para el flamenco.