El subgénero de las carreras de coches, tan adulterado en estas últimas décadas por la saga "Fast & Furious", siempre nos ha regalado momentos verdaderamente emocionantes. Este film que nos ocupa revive el espíritu de clásicos como el "Grand Prix" de Frankenheimer, "Las 24 horas de Le Mans" con Steve McQueen o el reciente, y glorioso, "Rush" de Ron Howard.
"Le Mans ´66" se acerca a estos films porque, a diferencia de Diesel y compañía, se preocupa no solo por el envoltorio sino también por profundizar en los personajes de manera brillante.
Aquí disfrutamos durante dos horas y media –que no se hacen pesadas- de la épica de este deporte, de aquellos locos visionarios que hace más de medio siglo arriesgaban su vida por pura pasión e intentaban luchar contra lo establecido. James Mangold –siempre he afirmado que es un director a reivindicar- se preocupa de brindarnos una historia de narración ágil, un drama deportivo épico que engancha al espectador.
Por supuesto que las escenas de carrera son brillantes, de lo mejor que se ha visto jamás en pantalla, pero "Le Mans ´66" será recordada por el duelo interpretativo entre dos actores tan estupendos como Christian Bale y Matt Damon. El gran mérito de ambas estrellas –y del director, por supuesto- reside en enfocar el interés en su buen hacer cuando el coche desaparece de la pantalla, en que el espectador no necesite del dinamismo de la acción para disfrutar el film.
"Le Mans ´66" es una obra con la que es fácil identificarse. Su valía está por encima de temáticas presuntamente previsibles, porque posee personalidad propia.
Andrés Martín
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